han pasado más de cuatro horas desde que oí tus palabras. tus sollozos. tu pendejo mirar. tu pellejo en mi pellejo. tu tintinear delicado para nombrar cada aseveración incrédula. mi rostro estaba intacto. el tuyo un poco agotado. el suyo triste.
tus sollozos siguen impregnados en mi piel como una colonia barata.
mi sudoración se vuelve fría, mis manos no están ni muy frías ni muy calientes. mis pies tranquilos. mi cabeza inquieta. mi cuerpo fuera de órbita, mis pechos prolongados, mi sexo estable...
en mi pieza retumba el silencio, en mi cuerpo, en mi mente...
parecen puntos finales inscritos en un diario sin tapa, porque así es, sin tapa, sin envase que conforman cada sentimiento.
necesito enloquecer con menos facilidad. llorar. reír. creer. soñar.
