lunes, agosto 31


Santiago sur, 10 de marzo 1991, 3 p.m


Mi niño rockero: "Mientras el verano agoniza, recuerdo que alguna vez fui feliz bailando contigo una canción picante, de ésas que a ti no te gustan, pero que en la amanecida trizan el corazón con sus puñales baratos. Recuerdo muchas cosas que se evaporan en el sudor de ese febrero. Quizás el sabor tibio de tus lágrimas desbordando la noche whiskera, cuando el mundo te dejó solo, tan triste anidando en las ramas de mis brazos. Tal vez recuerde una tarde , donde mirabas el horizonte, como un ciego frente al mar (me decías). Y yo no pude decirte nada. Por eso prefiero escribirte, para rozar las eléctricas rosas de tu pecho rockero, tu corazón rockero que late mientras lees esta carta. Prefiero estar ausente mientras recorres estas líneas imaginando que te pienso desnudo, desmadejando en tu cama revuelta. Quizá dándole con ese soundtrack inagotable. Y mientras escribo, las letras bailan en el aire de tu pieza, haciéndole combinación con el humo de tu cigarro. Son notas musicales que retumban en el bajo de al lado de tu cama. Y es como si yo estuviera ahí, hubiera permanecido para siempre empollado en las cajas de huevos que amortiguan el solitario concert... Y luego, cuando el cansancio te vence y caes al precicipio del sueño, me sigues escuchando, me gritas que no deje de hablar, que te acompañe por los túneles mojados de tu eyaculación nocturna. Como una lluvia de fuegos artificiales que estallan. Entonces ese resplandor ilumina la pieza con tu perfume lechoso. Esa electricidad te recorre entero con sus espamos.. Después, un océano se va secando entre las sábanas, sólo queda ese olor y un deseo pegado entre los dedos. Sólo queda mi voz en estas letras, mi voz que ya no puede alcanzarte durmiendo para siempre en el secreto. Sólo queda tu olor dulce gritando en el caracol negro que me circunda mientras escribo. No sé si esta carta volará hacia tu destino. Por el momento, estoy colgando de ti a punto de caer en el sueño. El televisor zumba como una avispa y la noche va enguantando lo que nunca te pude decir... porque en realidad no hay bastantes palabras.."


PEDRO LEMEBEL. ADIÓS MARIQUITA LINDA., CARTA I